domingo, 21 de marzo de 2010

Forjando mi Fortaleza

Crónica de la etapa 2 de la AAU, por Marita Invasora


Sólo a mí se me ocurre!!! A quién más se le puede ocurrir debutar en las carreras de la Agrupación de Atletas del Uruguay en el Cerro?!
Es que después de correr el año pasado la 7 km de Perrin , la primera 10 km del Club Malvín y este año la postergada San Felipe y Santiago, me picó fuerte el bichito que te pega la demencia de correr y que dicen que luego de un tiempo te transforma en “un loco que corre”.

Un par de días después de la San Felipe y todavía sintiendo los dolores que me dejó la carrera, me puse a mirar el calendario de las siguientes y muy inconscientemente le dije a mi marido: “¿y si corremos la del Cerro?”. Como ser pensante que es, con los años de experiencia que tiene en estas lides y conociendo bien de cerca mi incipiente “carrera de carrerista”, me miró de reojo y me preguntó: “¿estás segura?”
Y estaba segura. Una vez que el bichito te pica uno no razona cómo va a ser la carrera ni dónde, simplemente ve el anuncio, un plano del recorrido y ya sabe que tiene que estar ahí.

Es así que hoy antes de las diez de la mañana estábamos en la Villa del Cerro. Ya era toda una fiesta colorida como lo son todas las carreras de calle y lo puedo decir con propiedad porque antes de saltar las vallas y pasarme a la categoría de “corredora”, era acompañante y hasta cumplía el rol de reportera gráfica para nuestra página (ejercicio ilegal de la profesión, por supuesto). O sea que los síntomas de esta insanía no son sólo deseos de mover las piernas, fatigarse y transpirar; es también ganas de ser parte de esa fiesta, de participar, de estar ahí.
Luego de la carrera de los Menores, a quienes hay que aplaudir fuertemente por el esfuerzo que significa esta competencia y que claramente se mostraba en sus rostros, se largó la de los Mayores.
Cuando días antes miré la foto aérea con el recorrido, me dije: “el recorrido de norte a sur debe ser bastante plano, lo difícil va a ser la subida al cerro”. Pero me equivoqué. La falda del Cerro de Montevideo sigue la generalidad de la geografía uruguaya: suaves ondulaciones. O sea que los primeros kilómetros fueron una sucesión de suaves y matadoras ondulaciones hasta llegar al inicio de la subida a la Fortaleza.

Empezamos la subida como lo hemos hecho muchas veces en los repechos que encontramos en la Rambla, donde entrenamos, pero acá seguíamos y seguíamos. En un momento miré para arriba y se terminaba la calle. "Debe doblar", pensé. Entonces, levanté más la cabeza y vi la Fortaleza y una fila de diminutos hombrecitos que subían como en procesión hasta ella. “Por Diooos!!! Hasta allá hay que ir??!!”

Y bueno, confieso que caminé un poco…unos metros…como trescientos. Mi calidad de debutante y que sea la del Cerro me lo permite, no? Aunque (hablando en serio) a estas alturas ya tengo más que claro que el cómo no es lo importante.
Qué espectacular la vista desde arriba! El recorrido circunvalando la Fortaleza del Cerro que te permite un punto de vista único de la ciudad de Montevideo, es una de esas joyitas que luego de una carrera nos llevamos para casa.

Luego del disfrute de la vista vino el placentero descenso. Qué bien se sentía el viento en esa rápida (pero cuidadosa) carrera!
Genial estuvo el suministro de agua por parte de los organizadores (se ve que tienen bien claro la exigencia de la carrera) y el aliento de los vecinos quienes más que nadie sabrán de la locura que hacen (hacemos, ahora) los corredores año a año.
Después de terminada la bajada, otra vez la sucesión de suaves ondulaciones para allá, vueltita, suaves ondulaciones para acá y por fin…el arco de llegada!!

Qué felicidad haber llegado! Me llevo un montón de recuerdos lindos de esta carrera y si alguien quiere empezar a correr las carreras de la Agrupación, le recomiendo que empiece por el Cerro!! (la locura ya me ha llegado al máximo extremo, je je )