Por encima del hecho anecdótico, la corta distancia y el frío de la mañana, está la plena satisfacción de que como padres le mostramos a nuestros hijos nuevas y enriquecedoras experiencias: la expectativa de los días previos, el compromiso de ponernos pequeñas grandes metas, la elección de una vida saludable, el sano encuentro con amigos. En fin, trazamos caminos a seguir...
Así fue que corriendo al lado de Federico y Fabián, estos nuevos Invasores probaron qué se siente estar del otro lado y recibir ellos los gritos de aliento, los aplausos y las lágrimas emocionadas de sus Madres.
Un gesto más a destacar en una mañana de mucha cosa fuerte: al terminar la carrera de mayores, y cuando emprendíamos el camino de regreso, íbamos con la debutante Cami luciendo orgullosa su medalla y un corredor que no conocíamos se nos acerca y pregunta si los nenes tenían medallas. Comentamos que Cami había corrido y tenía la suya, pero el pequeño Invasor Nicolás (3 años) no había corrido. Sin dudarlo ese corredor se sacó la medalla que recién había ganado por completar la prueba, se la dio a Nico al tiempo que con una sonrisa en su cara decía "Todo niño debe tener su medalla" y siguió su rumbo corriendo.
Gracias a Los Rojos (como a tantos grupos organizadores que también la proponen) por la iniciativa de la carrera infantil, que es una manera hermosa de incentivar a nuestros niños a querer el deporte.
Y gracias a Dardo Segurola, por el sencillo y enorme gesto de alimentar la ilusión de un niño.
Esa medalla "Coyote" ya tiene un lugar de afecto en un hogar "Invasor".